El encargo de la casa viene con la petición expresa de realizar una construcción utilizando piedra como material base. La decisión no responde necesariamente a razones estéticas sino a ser un material de uso común en la zona y a su bajo nivel de mantenimiento y coste por metro construido. Dicha premisa proyectual es recibida como un desafío tanto estructural como tipológico y estético.

El proyecto de la casa MA es una búsqueda de espacialidad luminosa, amplia y confortable, que se construye de un material a priori duro e incómodo, la piedra. Con vistas a dos cordilleras espectaculares en posiciones enfrentadas, y con vecinos a ambos lados en la dirección opuesta, la casa es un ejercicio volumétrico básico: abrir las vistas y los espacios principales a las montañas, y minimizar las aperturas hacia los lados; y la definición de un patio central y abierto, grieta que marca el acceso a la casa. Sin embargo, esta casa dista mucho de ser una casa patio; éstas, construyen un patio central alrededor del cual se producen todas las circulaciones, y todas las relaciones. El funcionamiento de la casa MA se desarrolla a través de su perímetro exterior; la casa es una sucesión de espacios con usos diferenciados, que dibuja el límite de un cuadrado regular. A dicha continuidad de circulaciones regulares y perimetrales se superpone una segunda estrategia de sucesión de espacios abiertos y cerrados; los espacios exteriores, esos patios cubiertos, intersectan el volumen diagonalmente y rompen con la rigidez del funcionamiento perimetral.

La casa se dibuja finalmente como la suma de tres pabellones unificados por un misma cubierta, generando dos patios techados; una cubierta continua que se apoya sobre una piedra estructural entendida como textura, como material imponente y rudo que construye el espacio, que dibuja las vistas reforzando la potencia de la naturaleza. La casa es una secuencia de relaciones abiertas y cambiantes con la naturaleza; y siempre, como telón de fondo, las dos grandísimas cordilleras de Tepoztlán.