La primera intervención es en tres de los cuatro lados del claustro, dentro de las arcadas. Unas telas impresas a dos caras cuelgan de los contrafuertes metálicos que hay en la mayoría de los arcos. Estas estelas soportan la información gráfica de los ilustradores, y marcan un ritmo de color que convive con los claroscuros de la luz que entra a través de las arcadas.
La segunda intervención marca la dirección de la visita, y responde a los autores que acompañan a los ilustradores. Una serie de flechas de color, fijadas en el suelo a través de material adhesivo removible e inocuo en el suelo existente, define el sentido de la visita y dibuja en color el perimetro del calustre y por tanto, los límites de la intervención.
Finalmente, en medio del patio, se sitúa un cuerpo central que quiere ser un recalm peatonal que pasean por la calle y que distinguirán al final de la perspectiva de acceso un gran objeto-cartel. Este cuerpo central está hecho de dos grandes telas contrapuestas; estas telas se tensan desde la estructura del edificio formando un par de grandes conos dispuestos dándose la espalda el uno al otro. La voluntad de este cuerpo central es reforzar (y magnificar) la profundidad de la perspectiva desde la calle, pero también calificó el vacío del patio.
Los conos se construyen a través de la tensión. En el arco central del claustro, en dos de sus lados, se coloca un par de estimbadors, desde donde se tensan los cables que sujetan las telas posibilitando la estabilidad sin afectar el edificio existente. La geometría que conforma el cuerpo central permite la circulación de los visitantes por debajo.