Una decisión estratégica marcó el desarrollo del proyecto: nuestra oficina recibió el encargo de diseñar dos exposiciones justo antes de que los presupuestos se comenzarán a ajustar a causa de la crisis económica actual. Al poco tiempo de haber comenzado a trabajar, recibimos una llamada del cliente: la petición era clara; el presupuesto se había recortado drásticamente y tendríamos que diseñar las 2 exposiciones por la mitad del monto asignado inicialmente. Entendimos la nueva situación como una oportunidad y tomamos una decisión que marcaría el resto del desarrollo del proyecto: al comprobar que al dividir el presupuesto acababa con muchas de las posibilidades del proyecto, preferimos no trabajar en dos montajes independientes, sino diseñar un montaje integral que fuese capaz de albergar las 2 exposiciones.
La apuesta entonces: dos exposiciones por el precio de una. El objeto a exhibir, el trabajo de dos ONG’s (Ulls del Món y Reporteros sin Fronteras) plasmado a través de imágenes fotográficas. La propuesta entonces pasaba por encontrar un sólo sistema expositivo, que fuese capaz de generar dos condiciones espaciales muy diferenciadas en un mismo espacio expositivo (a los pocos días de clausurar una exposición se inauguraría la otra, con una duración aproximada de 3 meses cada una). Buscamos entonces un carácter icónico que le diese valor añadido al material expuesto, junto con la voluntad de que la materialización de la exhibición pudiese servir a posteriori a las propias ONG’s para itinerar la exposición.
El proyecto propone que el espacio sea generado por el propio soporte expositivo: unas telas entrecruzadas, con fotografías impresas en alta definición, generan el espacio por el que se desarrolla el discurso curatorial, a la vez que marcan la cadencia necesaria para crear un ritmo intimo y diferenciado. Así, en la primera exposición, las telas se entrecruzan generando un objeto en el centro de la sala, al cual el visitante rodea: una X de positivos y negativos, con sus juegos de luces y sombras, que queda como único cuerpo iluminado en la oscuridad de la sala.
En la segunda exposición, las telas se desdoblan y toman cuerpo, construyendo el perímetro del espacio expositivo: así, las telas construyen un espacio cerrado, donde la exposición y el recorrido del visitante se desarrollan en el espacio central, y la fuga del entrecruzado ayuda en la creación de la profundidad de dicho espacio.
El contraste espacial entre el primer y el segundo montaje (uno, al centro como un objeto, y un segundo que envuelve el espacio), produce grandes repercusiones espaciales, pese a que se genera con un único y simple sistema constructivo: unas bases para tensar las telas (que se colocan al centro como un solo objeto, o separadas y adosadas a las paredes perimetrales), y un sistema de barras de sujeción que al igual que las bases se colocan forma perimetral o central según el montaje. Finalmente, el material expositivo se imprime especialmente para cada exposición respondiendo a las longitudes que el sistema requiere. Estas telas impresas se donaron a las ONG’s para futuras presentaciones, para ser colgadas verticalmente, o jugar con un sinfín de configuraciones que el material permite.